La Plaça de Catalunya de Barcelona no es solo un nodo de transporte y un punto de encuentro social: a nivel ornitológico, constituye un microecosistema urbano dominado por la paloma bravía (Columba livia). Esta especie sinantrópica —capaz de adaptarse y prosperar en entornos profundamente modificados por la actividad humana— ha ajustado su ciclo vital a la abundancia de recursos que ofrece la ciudad.
La densidad de palomas en la plaza es extraordinariamente alta, un fenómeno sostenido por la constante disponibilidad de alimento proporcionado por los ciudadanos, pese a las regulaciones municipales que intentan limitarlo. Esta sobreabundancia altera la dinámica poblacional natural.
Ante la preocupación por la superpoblación y sus consecuencias —problemas sanitarios, deterioro del patrimonio urbano, y molestias ciudadanas—, el Ayuntamiento de Barcelona ha implementado diversas estrategias de control. Una de las más destacadas es el uso de piensos anticonceptivos (ovicidas), distribuidos mediante comederos controlados. Este método busca reducir progresivamente la población actuando sobre la reproducción en lugar de la mortalidad adulta, lo que lo convierte en una estrategia más ética y sostenible a largo plazo. Sin embargo, su efectividad se ve comprometida por la alimentación incontrolada del público, una práctica culturalmente arraigada que ofrece una fuente alternativa de alimento no medicado y que dificulta el éxito del programa.
En los últimos años, la plaza ha incorporado un nuevo actor ornitológico: la gaviota patiamarilla (Larus michahellis). Tradicionalmente costeras, estas aves han demostrado una notable plasticidad ecológica, colonizando ambientes urbanos tierra adentro en busca de alimento. En la Plaça de Catalunya, las gaviotas actúan como depredadores oportunistas y carroñeros, aprovechando la abundancia de restos humanos y, en ocasiones, depredando activamente sobre las palomas.
La interacción entre palomas, gaviotas y humanos en la Plaça de Catalunya constituye un claro ejemplo de red trófica : un ecosistema moldeado por nuestras propias conductas. Aunque los carteles y la normativa prohíben alimentar a las aves, la persistencia de esta práctica mantiene la abundancia de palomas y, de forma indirecta, atrae a las gaviotas. Este ciclo perpetúa un sistema desequilibrado donde las especies más adaptables y oportunistas prosperan.
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| Vista general de la Plaça de Catalunya al amanecer, con numerosas aves volando. Muestra la gran concentración de avifauna en este emblemático punto de la ciudad. |
Gaviota patiamarilla adulta (Larus michahellis) con anillada PZDC. Un individuo monitorizado que forma parte de la creciente población urbana de gaviotas en Barcelona. |
| Gaviota patiamarilla juvenil (Larus michahellis) con anilla PZFC. Ejemplifica cómo las gaviotas más jóvenes también explotan los recursos alimenticios de la Plaça de Catalunya. |

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