Enero. Volvemos a contar las garcetas (Egretta garzetta) y garcillas (Bubulcus ibis) que duermen en Sant Adrià de Besòs. Para ello, nos situamos los observadores en el puente de Cristófol de Moura para ver las aves que van llegando desde diferentes puntos a pernoctar, sobre todo las de aguas arriba del Besòs.
Hemos llegado cuando falta una hora para el ocaso del sol; aún no hay ninguna en el posadero. Poco a poco comienzan a llegar los primeros grupos, de 3 o 4 individuos. Se hace casi de noche y aún no podemos contar muchas más de unas treinta; la mayoría son garceta común, y surgen las dudas: ¿dónde están las garcillas bueyeras?.
En el anterior censo, vimos cómo, respecto al precedente, habían cambiado de lugar, se situaban en otra localización y hasta el momento solo han llegado una décima parte de las esperadas. La oscuridad ha caído por completo; ahora solo podemos distinguir las siluetas oscuras de las aves contra el cielo iluminado por las luces de la ciudad.
Y de repente, ya sin luz solar, aparecen; ahí están, batiendo fuerte y a la vez elegantes las alas, sobrevolando el puente desde donde las estamos contando. Son varias bandadas de 40 a 60 garcillas que cruzan a pocos metros de donde estamos, ya descendiendo para posarse en el dormidero formado por las cañas del cauce del río, así como en un árbol donde ya se están posados media docena de cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), y como mínimo tres martinetes (Nycticorax nycticorax). En total, suman unas 280, un número superior a los contabilizados en los censos anteriores.
Un espectáculo impresionante, aunque ya apenas se veía nada. Se percibía el sonido del revuelo de las aves mientras se iban acomodando en el dormidero. En fin, otra lección de la naturaleza y una sorpresa agradable para cerrar la jornada.
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| El Besòs visto desde el puente de Cristófol de Moura, lugar desde donde contamos las garcillas que llegan masivamente, un espectáculo crepuscular diario. |
PacoTorres © en el Parc Fluvial Besòs, Sant Adrià de Besòs
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