Pato mandarín macho y hembra (Aix galericulata) el plumaje colorido del macho contrasta con el moteado de la hembra. |
El pato mandarín (Aix galericulata), originario del este de Asia, es una especie que parece sacada de un cuadro: los machos lucen un copete rojizo con reflejos verdes, franjas blancas alrededor de los ojos, un pecho morado brillante y plumas naranjas como pequeñas velas curvadas, mientras que las hembras prefieren tonos pardos más discretos. Aunque no son nativos de España —llegaron a Europa por introducciones humanas y escapes—, se han adaptado bien al Estany. Podrían habitar entre 10 y 50 ejemplares en el lago. Lo más curioso fue ver cómo los machos mandarines peleaban entre sí, probablemente compitiendo por las hembras, con chapoteos y movimientos rápidos que rompían la calma del agua. Al mismo tiempo, las fochas comunes y los ánades azulones parecían enzarzarse con los mandarines, como si disputaran el territorio o el espacio en el lago. ¡Era todo un espectáculo!
Pato mandarín (Aix galericulata) disputando el espacio a dos fochas comunes (Fulica atra) . |
Las fochas, en especial, estaban por todas partes, nadando con sus picos blancos brillando contra el agua y moviéndose con esa energía que parece un remo constante. No se quedaban quietas, y más de una vez las vi enfrentarse a los azulones y mandarines, como si quisieran dejar claro quién manda en el lago. Los ánades azulones, con sus cabezas verdes reluciendo al sol, tampoco se quedaban atrás, metiéndose en la refriega con graznidos y algún que otro aleteo. Mientras tanto, en tierra firme, conté al menos 8 cigüeñas blancas posadas en los nidos que salpican las orillas, inmóviles y majestuosas, observando el caos acuático desde arriba como si fueran las reinas del lugar. Banyoles es un hogar permanente para ellas, y ver tantas juntas fue impresionante. Y luego, cerca de los juncos, descubrí un dormidero de garcetas, añadiendo un toque de paz al paisaje.
Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) en su nido elevado sobre un árbol desnudo. Marcada con anila [F1F3]. |
Busardo ratonero (Buteo buteo) en vuelo sobre el Estany de Banyoles |
No faltaron otras aves que completaron la escena. En los árboles, escuché el canto de carboneros comunes, pinzones y herrerillos comunes, pequeños y llenos de vida, mientras alguna garza real se dejaba ver en las orillas con su postura elegante y paciente. Pero fueron las interacciones entre las fochas, azulones y mandarines, junto con la presencia de las cigüeñas y las que hicieron del paseo algo inolvidable.
El Estany de Banyoles, el lago natural más grande de Catalunya, es un espacio de gran valor ecológico, parte del Plan de Espacios de Interés Nacional (PEIN) y la Lista Ramsar de Zonas Húmedas de Importancia Internacional. Su entorno —aguas tranquilas, vegetación abundante y una mezcla de hábitats— lo convierte en un refugio perfecto para diversidad de aves.
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Patos mandarín (Aix galericulata) nadando en las aguas tranquilas del Estany de Banyoles, con la iglesia de Santa Maria de Porqueres al fondo |
Fue uno de esos paseos que te recuerdan lo viva que está la naturaleza: los colores del pato mandarín, el ajetreo de las fochas y azulones, la imponencia de las cigüeñas en sus nidos y el blanco puro de las garcillas en su dormidero. Si visitas el Estany de Banyoles, te animo a llevar unos prismáticos y tomarte un momento para observar.
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