Hace unos días, en una de mis salidas a El Remolar-Filipines (Delta del Llobregat), tuve la suerte de capturar con mi cámara a una pareja de patos colorados (Netta rufina), una especie que nunca deja de sorprender por su elegancia y las marcadas diferencias entre machos y hembras. Estas imágenes, que comparto hoy, son un ejemplo perfecto para hablar del dimorfismo sexual, un fenómeno peculiar en muchas aves, y en particular en esta anátida tan carismática.
El dimorfismo sexual se refiere a las diferencias físicas entre machos y hembras de una misma especie. En el caso del pato colorado, estas diferencias saltan a la vista. Los machos, especialmente durante la temporada reproductiva, lucen un plumaje vistoso: una cabeza de un rojo anaranjado intenso que parece brillar bajo el sol, un pico rojo carmesí y un pecho negro que contrasta con los flancos blanquecinos y el dorso marrón. Las hembras, por otro lado, presentan un aspecto mucho más sobrio, con un plumaje marrón grisáceo, cabeza más pálida y un pico oscuro con un toque anaranjado en la base. ¿Por qué estas diferencias tan marcadas? La respuesta está en la selección sexual.
La hembra muestra un plumaje discreto, mientras que el macho destaca por su cabeza rojiza y pico rojo brillante. |
El dimorfismo sexual en aves es en gran parte el resultado de la selección sexual, un concepto desarrollado por Charles Darwin. Los machos, que suelen competir por la atención de las hembras, han evolucionado para desarrollar rasgos más llamativos que les permitan destacar frente a sus rivales y atraer a una pareja. Ese plumaje colorido y esa cabeza voluminosa del macho no son solo una cuestión de estética: son señales de buena salud, vigor genético y capacidad para sobrevivir en un entorno competitivo. Las hembras, en cambio, suelen priorizar la supervivencia y la protección de su descendencia, lo que explica su plumaje críptico, ideal para pasar desapercibidas mientras incuban los huevos o cuidan de los pollos.
Pareja de patos colorados. Un macho (en primer plano) y una hembra (al fondo) nadando juntos. El contraste entre el plumaje llamativo del macho y el camuflaje de la hembra es evidente.
En el pato colorado, el dimorfismo no solo se limita al plumaje. Los machos son ligeramente más grandes que las hembras, aunque la diferencia de tamaño es menos pronunciada que en otras especies de anátidas. Además, la forma de la cabeza del macho, más redondeada y voluminosa, contribuye a esa apariencia "más vistosa" que a menudo asociamos con ellos. Sin embargo, sería un error pensar que las hembras son "menos bellas". Su diseño, aunque discreto, es una obra maestra de adaptación: esos tonos pardos les permiten mimetizarse con los carrizos y las aguas de humedales como Remolar-Filipines, reduciendo el riesgo de depredación.
El aleteo resalta el contraste entre sus plumas blancas y negras, un rasgo que lo distingue aún más de la hembra. |
Macho y hembra entre carrizos. La hembra se camufla entre los carrizos, mientras que el macho, con su cabeza rojiza, resalta en el entorno.
El Remolar-Filipines es un lugar privilegiado para observar el pato colorado y apreciar estas diferencias. Noté cómo los machos parecían más activos, nadando en círculos o realizando movimientos de cortejo, mientras que las hembras se mantenían más reservadas, a menudo cerca de la vegetación. Esta dinámica refleja sus roles en la reproducción: los machos buscan destacar, mientras que las hembras priorizan la seguridad. Como ya he comentado en entradas anteriores de Fotobirding sobre el pato colorado [ver aquí], esta especie es un regalo para los fotógrafos y ornitólogos, no solo por su belleza, sino por lo que nos enseña sobre la evolución y el comportamiento.
- Todas las imágenes PacoTorres © 16.IV.2025 en el Delta del Llobregat. Remolar-Filipnes
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