En la laguna de Gallocanta tuve la suerte de presenciar una escena que encapsula la esencia misma de la naturaleza. El día estaba cubierto de nubes grises, con una suave llovizna que caía sobre el paisaje, creando una atmósfera mística y tranquila. Fue en este escenario donde un zorro (Vulpes vulpes) apareció sigilosamente entre la vegetación, mientras bandadas de grullas descansaban en la orilla.
En imágenes: la historia del zorro y las grullas en Gallocanta |
El sonido de las grullas resonaba en el aire húmedo, mezclándose con el de la lluvia. De repente, entre las hierbas altas, emergió el zorro. Su pelaje rojizo brillaba tenuemente bajo la luz difusa del cielo nublado, y sus movimientos eran cautelosos, casi imperceptibles. Se acercaba lentamente hacia las grullas, que, curiosamente, no parecían demasiado alarmadas. Algunas levantaron el vuelo, otras permanecierón en su lugar, observando con atención al intruso.
El zorro común, astuto y oportunista, parecía evaluar cuidadosamente los riesgos y beneficios de sus acciones. En esta ocasión, no atacó. Las grullas, aves grandes y fuertes, pueden defenderse eficazmente con sus picos y patas. Un ataque directo podría haber resultado peligroso para el zorro. Además, las grullas estaban en grupo, un comportamiento que les otorga ventaja defensiva, mientras el zorro prefiere presas más pequeñas y vulnerables. Al notar su presencia, las grullas se mantuvieron vigilantes, disuadiendo cualquier intento del depredador.
Por su parte, las grullas tampoco huyeron en masa. Estas aves sociales confían en su capacidad colectiva para detectar amenazas y reaccionar adecuadamente. Levantar el vuelo supone un gasto considerable de energía, y, al percibir que el zorro no representaba un peligro inminente, algunas optaron por mantenerse en calma. Otras adoptaron posturas defensivas, emitiendo sonidos o extendiendo las alas para disuadir al intruso. Este delicado equilibrio entre el depredador y sus posibles presas subraya la constante adaptación y estrategias que definen la vida en la naturaleza.
Cada rincón de este lugar único guarda historias como esta, momentos que conectan a quienes los presencian con la esencia misma de la vida salvaje. Si alguna vez visitas Gallocanta, prepárate para sorpresas como esta, donde la naturaleza se muestra en su estado más puro y auténtico.
Aquí tienes el relato con pies de foto detallados para cada imagen del collage, siguiendo la secuencia del avistamiento en Gallocanta:
No muy lejos, un pequeño grupo de grullas se mantiene en guardia. Aunque aún no han detectado al zorro, parecen inquietas, mirando en distintas direcciones. |
El zorro se aproxima lentamente tratando de no ser descubierto. |
Cerca de una edificación rural, el zorro se mueve con más confianza. Las grullas más próximas comienzan a detectarlo y se muestran nerviosas, emitiendo trompeteos de advertencia. |
La tensión crece. Una grulla en primer plano parece enfrentar al zorro, mostrando una postura erguida y vigilante. Ambas especies han tomado conciencia de la presencia del otro. |
El primer despegue. Unas cuantas grullas alzan el vuelo con potentes aleteos. El ruido de sus alas y sus llamadas resuenan en el aire, alertando al resto del grupo. |
La reacción en cadena. En cuestión de segundos, decenas de grullas despegan casi al unísono, formando un espectacular enjambre de alas extendidas sobre el campo. |
El bando en plena huida. Con el fondo de los campos de Gallocanta, la escena se llena de movimiento. La gran bandada se dispersa en el aire, abandonando la zona en busca de un lugar más seguro. |
Las grullas reagrupan su formación, mientras el zorro, frustrado, se ha alejado. Esta vez, han escapado, pero el juego de depredador y presa volverá a repetirse en los campos de Gallocanta. . - Todas las imágenes © Paco Torres del día 24.I.2025 alrededor de la Laguna de Gallocanta . - Entradas relacionadas en este blog: Grus grus |
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